José Larralde nació un 22 de octubre de 1937 en Huanguelén,
Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Escribió sus primeros versos a los siete años de edad,
iniciando así un camino vasto y fecundo que lo llevaría inexorablemente al
corazón de los argentinos. Descendiente de vascos y árabes, don José fue trabajador rural, tractorista, albañil, mecánico, soldador y, como él mismo se
definió, guitarrero y cantor.
Vivió frente a la casa de don José Dip y allí escuchaba
continuamente a Jorge Cafrune.
Un día le pidió a don José que le presentara al admirado Cafrune. Durante una
noche de 1966, en un asado en casa de don Eduardo Saad, tío de Larralde, don
José le dice que le presentará a Cafrune.
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Allí, José le pasa a Jorge los temas que había compuesto
(el
último de los cuales era Sin Pique). Luego de escuchar la interpretación de
Larralde de ese tema, Cafrune quedó "prendido" e inmediatamente le pidió a don José que llamara a Hernán Figueroa Reyes, director de
grabaciones de CBS, porque quería grabarlo en esa semana. Hernán
consideraba esto imposible, ya que el album "Yo Digo Lo Que Siento" estaba listo para salir. Pese a todo, Jorge se empecina y lo graba. Conjuntamente
con Permiso,
Sin Pique
apareció en el siguiente
album de Jorge, titulado "Jorge
Cafrune" (CBS 8745), en 1967.
Veinte días después, Cafrune regresa a Huanguelén pues tenía
que actuar en una localidad cercana, muy pequeña, llamada Girodías. Jorge hizo
invitar a "Pepe" Larralde para que le acompañe.
En aquella oportunidad, Cafrune interpretó 3 temas, presentó a Larralde y ya no
cantó más. Toda la noche, quien cantó fue Larralde. De ahí en más, en
cada una de sus presentaciones Cafrune mencionó "a un chango de Huanguelén",
promocionando a Larralde.
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En el año 1967, José Larralde grabó el primero de una serie de treinta y un
discos editados en la Argentina. Su intensa actividad discográfica sufrió
interrupciones, sobre todo por el contenido crítico de la mayoría de sus
canciones. En todas ellas estuvieron presentes las vivencias de oficios, situaciones
y personajes que conoció a lo largo de su vida. Personalmente, además, como
mencionábamos antes, ejercitó las más diversas ocupaciones del medio rural. A sus versos, tal vez
por desconocimiento del medio geográfico y social en el que José nació y creció, suele endilgárseles cierto hermetismo y rebuscamiento.
No obstante ello, si se analiza globalmente toda su
producción, es fácil entender el porqué de la adhesión y fidelidad del público.
Éste, quizás, haya valorado el desprecio del intérprete hacia la maquinaria comercial
que, la mayoría de las veces, ha sido principal causante del bastardeo y
desvirtuación del género.
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En efecto, Larralde, por muchos años, desarrolló su labor artística lejos de los circuitos comerciales masivos de festivales, y casi sin
apoyo promocional de las grandes empresas de comunicación. Ello
jamás le impidió concitar la atención y el
apoyo de nutridos núcleos de seguidores en cada uno de sus recitales.
Su canto trascendió nuestras fronteras para llegar a países
como Alemania, Australia, México, Brasil, Colombia, Venezuela, Uruguay,
Paraguay, Chile y España entre otros. Como dato elocuente de su popularidad,
baste decir que las ventas de sus discos han superado largamente las doce
millones de unidades, y que su obra más popular, Herencia
Pa' Un Hijo Gaucho,
ha vendido más de cinco millones de placas.
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Fue uno de los pioneros en difundir los
temas cordilleranos de origen y ambientación patagónica, recopilados y/o compuestos por
los hermanos Berbel. Ocasionalmente abordó canciones del Litoral y Cuyo, o
rescató viejos valses criollos, como Temblando
(Alberto Acuña - Gualberto
Márquez "Charrúa") o Cardo (Pedro Noda - Enrique Uzal).
En 1995 se le otorgó el premio Konex al mejor cantante
masculino de música de raíz folklórica, y en 1995 y 1996 obtuvo sendos premios
ACE (Asociación de Cronistas del Espectáculo).
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Como compositor, tuvo en su haber más de seiscientas obras,
trescientas de las cuales nunca fueron editadas.
Cantor orillero, tal como él siempre prefirió que le llamen, exhibió una trayectoria tan
notable como digna, pues se alejó voluntariamente del consumismo perverso
tan característico de nuestra sociedad. Sin embargo, y a pesar de ello, su gente
no lo ha olvidado. Así lo ha demostrado la concurrencia a cada una de sus presentaciones
y las sostenidas ventas de sus discos. Su éxito artístico siempre estuvo bien sustentado
en la auténtica y sincera expresión campera tanto como por el permanente
testimonio que ha dado, a lo largo de toda su obra, de sus convicciones.
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En 30 años de carrera, José Larralde ha forjado una mística acaso única
en el folklore argentino. Su clara y potente voz, y su estampa de patriarca,
en cierta forma contrastó respecto de su obra, que siempre recurrió sólo a lo imprescindible
para mostrar las cosas más comunes de la vida cotidiana.
Larralde siempre dijo sus verdades, y las dijo con una
convicción tal que las mismas trocan en universales. Canciones como
A Las Once
Menos Cuarto, Patagonia,
Y Otras Cosas Fuleras, o sus monólogos, que
muchas veces ha regalado
entre tema y tema, han mostrado un Larralde sagaz, agudo y atento observador de la
realidad del hábitat circundante. Pero Larralde no se ha quedado allí, también
fue muy
testimonial cuando arremetió denunciando las desigualdades
entre pobres y ricos, entre peones y patrones o entre los "todopoderosos"
señores instruidos de la ciudad y los, aún hoy, desprotegidos trabajadores
rurales.
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Capaz de cantarle una bella despedida al cigarrillo (o al
mate) como narrar poéticamente la envidia del pájaro preso ante la algarabía de
los gorriones libres, Larralde observó, escribió y cantó aquellas cosas que, en
la premura por "vivir" lo nuestro, pasamos por alto.
Allí, en sus canciones y en su poesía de neta y
auténtica raigambre campera, está el secreto de este autor de obras que recorren
el país de punta a punta, dejando en cada pueblo un poco del hombre que les dio
vida.
José Larralde será, quizás, el último compositor del folklore nacional capaz de
mostrar bellamente la esencia del hombre de nuestras llanuras.
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